El propósito de esta oferta educativa se funda en la formación en derechos humanos, como clave para reducir el mal desempeño y las conductas indebidas. Porque al hablar de educación policial nos estamos decantando por una forma particular de educación cuyo eje articulador es el respeto por los derechos humanos.
En la actualidad, todas las fuerzas de seguridad reconocen el vínculo entre la función policial y el respeto por los derechos humanos. Parte de esta declaración es lo que se denomina la reforma policial en América Latina y en nuestro país, que ha buscado sustituir las viejas policías al servicio de un pequeño grupo en el poder, por policías profesionales al servicio de los ciudadanos o, más ampliamente, de la población.
Con el afán de aportar a la profesionalización, proponemos fortalecer el proceso educativo policial como un mecanismo preventivo para garantizar los derechos humanos de la sociedad al seleccionar personas con las capacidades y actitudes para portar armas de fuego y hacer uso de ellas en determinadas condiciones.
Destacamos que la educación policial debe estar organizada con la visión de sistema educativo, estableciendo requisitos, titulaciones y campos de desempeño sobre la base de perfiles ligados al desarrollo de la carrera policial, que articule grados académicos con los niveles de mando policial, como un conjunto de elementos relacionados entre sí y con el medio circundante, que contenga como componentes esenciales, la ética y los derechos humanos.
En este orden de ideas, una policía democrática, objetivo de la formación policial, se debe caracterizar por el profesionalismo de sus integrantes y la existencia de mecanismos de control que garanticen la autocorrección; haga posible la responsabilidad y rendición de cuentas frente a la comunidad a la que sirve, distinguiéndose así de las policías del pasado.